domingo, 3 de julio de 2011

Transporte público

La semana pasada volví, después de más de 10 años, a usar el transporte público para trasladarme de buena mañana al centro de la ciudad condal para realizar un interesante curso de dos semanas.

El lunes todo perfecto; mi marido me deja a las 7 a.m. en la estación de Renfe, con algunos asientos vacíos a mi vista, elijo con rapidez uno y me apresuro a aposentarme. Conseguido!, me aseguro media hora de descanso.
Trasbordo en la concurrida Pza.Cataluña, cursa maratoniana siguiendo al resto de la multitud hasta el metro y... suerte!, debido a la finalización de las clases universitarias de la zona, va casi vacío. Otro rato de descanso antes de empezar la larguísima jornada docente.

Ya no recordaba esa sensación; observar y ser observado.
Es curioso ver a cada individuo inmerso en sus pensamientos; unos con música, otros leyendo, otros comiendo y otros durmiendo.
Y es imposible no proyectar en mi mente ese anuncio de teleserie que precisamente estos días sale por TV. El fatídico 11M con los grises asientos del tren de fondo y el ruido de las ruedas sobre los raíles sonando... opto por no pensar en que algún día vuelva a pasar.

Pero el martes ya no hubo tanta suerte; esos 5 minutos más de sueño hicieron que el número de personas superase al de asientos, y con 10 kg más de lo habitual sobre mis pies y con el centro de gravedad desplazado, tuve que agarrarme a un asiento y esperar que algún solidario se apiadase de mi barriga de 6 meses...
Curioso, ese día nadie me observaba! hasta que, pasados unos 10 minutos, una generosa chica me cedió su asiento con cara de indignación porque nadie hubiese hecho el gesto antes...
Gracias a la estilizada chica de camisa turquesa y pantalones blancos por esos minutos de descanso.

¿Qué me esperará esta semana?

Sandra

3 comentarios:

La Recepcionista dijo...

Después de 7 años usando Renfe casi a diario, puedo añadir más verbos a la lista de cosas que la gente hace en el transporte público - leer, comer, dormir es sólo lo básico :-)

Indignante que tuvieran que pasar 10 minutos hasta que te cedieran el asiento!!

MesaParaOcho dijo...

Eyyyy, cuánto tiempo!
Toda una experiencia viajar en tren, ya no lo recordaba.. jajajaa.
Finalmente no me puedo quejar, ya que fueron más los días que fui sentada que de pie... y ATENCIÓN: sólo los hombres (salvo la chica citada en el texto) me cedían asiento... ¿sacas algo en claro? xD

Besos Sandra

La Recepcionista dijo...

Hola!!! - me he decidido a retomar el blog, a ver si ahora no lo dejo!!

No entiendo por qué las mujeres te han cedido menos asientos que los hombres! Quizá como ellos aguantan peor el dolor empatizan mejor contigo!

besos,
Marta

 
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